Como el niño que atesora piedras
guardé las calles,
el roce de tu espalda,
las carcajadas valientes,
caricias sueltas,
las miradas atadas
y algún sol.
Como el que protege con papel cebolla
guardé la lluvia de aquella tarde,
los bailes del aire entre tu pelo,
tus pies, un cactus,
dos tomates pelados
y un cigarrillo.
Como el que abrillanta plata
guardé las horas,
estiré las sábanas pensando en mañana,
desdoblé las comisuras de los labios
y ordené las pestañas
por orden alfabético.
Como el que ama de más
quise no dejarme nada.
Como el que teme perder-se
o ser robado,
como el que colecciona garantías,
como el que mira fotos para no olvidar.
Todo lo que me cupo lo guardé
como el que guarda y no sabe
que acaba de hacerse la maleta.