Te siento (yo)
de una forma violenta
aquí, en mi pecho.
De una forma violenta tiraría de tu manga,
como niña consentida y asustada,
que con la mirada pide “atiéndeme”.
De una forma violenta te me apareces
(pasadas apenas horas de haber desaparecido)
y haces que extrañe reírme solamente para ti.
De una forma violenta y sin pensarlo
me escaparía contigo “entre los charcos
o las nubes”
y hasta un poco más allá.
Reprimo (yo)
las ganas de regalar(me, te)
porque no quiero que se acabe,
y así te siento,
de una forma violenta,
sacudida:
aterrada por la forma
en que se me escapa de las manos
(a mí,
sí, a mí,
a quién si no…).
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