Trampas, tramposos, tahúres, faroleros.
Jugadores amateurs de patata caliente creyendo que nunca explota.
Cruces de dedos, guiños, una carta que asoma por debajo de la manga.
Un órdago mal jugado, una firma falsa.
Un contrato invalidado por defectos de forma.
Un disfraz de reina de corazones.
Reglas escritas a boli con tachones.
Un comodín de más en la baraja.
Una caricia rota, anónima, (de serie),
un abrazo durmiendo que se da más por instinto que otra cosa.
Un teléfono que espera y se descarga.
Un día que pasa, y después otro (noche en medio).
Palabras mal escogidas, peor ordenadas (del otro, siempre...)
Un cockail molotov, mezcla de ganas y algo de ternura.
Una competición vendida, que no comprada…
Un Martini batido, no revuelto, con aceituna sin hueso (con el corazón vacío)
que al tercer sorbo hace perder el interés de rasgar ropas.
Cuando se roza un orgullo, nunca se gana,
y es sólo cuestión de tiempo que suceda
(lección número 2 del manual "principiantes"
que aprendí hace tanto tiempo que siempre olvido,
aunque siempre encuentro quién me la recuerde).
[La primera es que hay verdades que escuecen más que mil mentiras,
porque no dejan lugar a los reproches.]
Que me gusta a mí jugar a lo imposible…
Y es que yo perdiendo soy de las mejores.
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