Vivo de amores prestados,
de cheques sin fondo,
de citas sin agenda
y números rojos.
Vivo de abrazos mancos
en la puerta de mi casa,
(aunque no todos),
de sueños sin rostro
y pesadillas con nombres y apellidos.
Vivo de pedir fuego a desconocidos,
de llamadas perdidas y camas separadas.
Vivo de recuerdos con orden de alejamiento
y de detergente y suavizante.
Vivo de estas letras con tarjeta de embarque,
de lágrimas sin pasaporte y cartas devueltas.
Vivo queriéndome yo, la noche que me toca.
Vivo lejos de ti y, sin embargo, (o quizá por eso) feliz,
porque no me falta nada.
Vivo del sol persiguiendo a la luna en mi cabeza,
de la magia de la música y de amigos generosos.
Vivo de la sonrisa y la risa que nunca pierdo,
de mi gata, que es capaz de amar mejor que tú,
y de tantas cosas que aún me quedan por hacer.
Me robaste muchas cosas, tú, ladrón de guante blanco,
pero con mis latidos no has podido.
No fuiste para tanto, qué pensabas…
Y con cada latido nuevo, vivo.
Y con cada latido nuevo, siento.
Vivo.
Y a pesar de lo que creas,
viviré.
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