¡Te pillé! ¡Me estás leyendo!
Sí, tú, a ti te digo. Te estoy viendo.
Observo sin creer cómo te escondes tras los palos de las "eles" y las "tes", entre mis letras, que no alcanzan a cubrirte y sobresales.
Te agazapas y te asomas a mis "oes" con sigilo, las estiras y las abres con TUS MANOS espiando, creyendo no ser visto, pero ¡ay!, te estoy mirando...
Prefiero no descubrirte y girarme hacia otro lado, para no caer de nuevo en el error y equivocarme, confundirte otra vez con fantasmas o recuerdos, que aún me sacarían una cómplice sonrisa o una mirada de ésas que no gasto últimamente.
No quiero que tú me leas.
Que me lea tu fantasma me da miedo.
Que lo haga tu recuerdo no me importa, porque está bien colocado en el ayer.
Hoy me ha dado por pensarlo, imaginar. ¿Si me estuvieras leyendo...?
Ésa, esa sonrisa canalla es la que temo, por eso voy a hacer que no te veo y seguiré mirando hacia otro lado.
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